Enfrentamos formas de convivencia basados en la violencia, el consumismo, el endeudamiento; en desmedro de las relaciones humanas positivas dentro de la comunidad. Poner el foco en niños, niñas y adolescentes, puede generar modificaciones en las prácticas cotidianas de ellos/as, siendo la comunidad educativa y la familia los principales ejes donde se presenta dicha interacción. Es clave, promover estilos basados en habilidades para la vida comunitaria, donde las conversaciones, el arte, la creatividad, el autoconocimiento, puedan fortalecer los vínculos e incrementar los factores protectores de las familias más vulnerables. Sentimos que un modelo de intervención interdisciplinaria que incluya talleres vivenciales entre los distintos actores, logrará formar y derrocar el analfabetismo afectivo imperante, pudiendo así evitar problemas sociales como la violencia, el individualismo, el consumismo; logrando personas más felices e integradas a su entorno desde lo afectivo y lo relacional.